domingo, 9 de junio de 2013

Te regalé armas para defenderte, y me cosiste a tiros.


Otro capítulo más para la colección de desastres
Otra desgracia amarga para este alma decaída
Otra noche de insomnio considerable
Otro café para mantenerse en pie
Otra vez las ojeras
Otra vez tú.




Pero sabías lo de sus pupilas y la estratégica forma que tenía de matarte con solo mirarte.
Lo de su sonrisa, y las mil maneras que tenía de hacerte tocar el cielo.
Sabías lo de sus tontas manías de apostar por sus razones.
Sabías lo de su carácter, y conocías sus puntos fuertes.
También los débiles, para que engañarte.
Pero también sabías que te acabarías estrellando y aún así aceleraste; amaste sin frenos una vez más, y te pegaste la hostia de tu vida. Nada nuevo, ¿verdad?

Entonces pasa el tiempo. Y cuando te quieres dar cuenta has dejado atrás el arduo invierno.
Parece que llega el verano. El sol, la arena, el buen humor, suben las temperaturas y lo que antes parecía gris recupera su tono habitual, o eso dicen.

Pero da igual los grados que haga ahí fuera, aquí dentro siempre se va a estar bajo cero.







1 comentario:

  1. Gracias por mandarme el enlace, Clara. Esta ¿primavera? está siendo especialmente trágica, no hago más que leer sobre corazones rotos. Te enlazo en mi blogroll, ok?

    Un besico.

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